lunes, 29 de diciembre de 2008

Asamblea 2.008


Esta sí que fue gorda

El pasado 21 de diciembre, tras la Lugo Monumental, tuvo lugar la asamblea anual baobab, que reunió a todos sus miembros en torno a una frugal comida en Rábade. Para la recuperación de hidratos, hidratos de carbono e hidrocarburos se encargó un cordero lechal asado al estilo castellano.




Y para la ingesta de iones y sales minerales un par de botellitas magnum de Ribera de Duero.




Previamente y para complementar la dieta anaeróbica se abrió un jamoncito de jabugo que no estaba nada mal.

El orden del día recogía cuatro puntos fundamentales:

1-Discurso del Presidente.
2-Nombramiento de nuevos Cofrades de la Orden de Caballeros Baobabs.
3-Nuevas incorporaciones.
4-Ruegos y preguntas.



Pero vayamos por partes:

1-Discurso del Presidente:

Daniel inició la asamblea con un emotivo discurso lleno de fuerza y expresividad, no bien comprendido por algunos baobabs que empezaron bostezando y acabaron roncando. Es de agradecer el gesto de la señorita Dundee Mac Dermott que tras darse dos cabezazos con la mesa decidió retirarse a descansar a sus aposentos. Prácticamente el único baobab que no se durmió durante el discurso fue Nacho Alonso, que no sólo siguió atentamente la colorida diatriba, sino que al final le pareció hasta entretenido. Después de lo de Leonard Cohen estos dircursitos para Nachete son cosa de niños. Los baobabs fueron despertados por el servicio del restaurante, momento en que prorrumpieron en una sonora ovación a su Presidente.



2-Nuevos Cofrades:

Daniel Nomdedeu: Cofrade Mayor Pheidippides de la Orden de Caballeros Baobab con distintivo Rojo.

La cofradía está más que justificada por la perfecta dirección y gestión del colectivo baobab durante este año 2008. Su mayorazgo lo ganó en el podium alcanzado en Orense 2008. Asímismo, obtiene la Cofradía Pheidippides por las victorias en las excelsas batallas de los marathones de Amsterdan, Berlín, Barcelona y San Sebastian. Entregó el diploma Ignacio López.






Nacho Alonso: Cofrade de la Orden de Caballeros Baobabs.


Nacho Alonso se ha hecho un hueco en la Orden por méritos propios. La atención que prestó en el concierto de Leonard Cohen, en el que apenas se pegó un par de cabezaditas, le acreditan como un especialista baobab en fuerza mental. Entregó el diploma Santiago Luaces.




Marcos Seijo: Cofrade de la Orden de Caballeros Baobabs con distintivo Azul.


Si bien hablamos de uno de los atletas más flojitos del colectivo (no olvidemos quiénes componen los baobab) adquirió el distintivo en la Orden al firmar el tercer puesto en Villagarcía. Entregó el diploma Daniel Nomdedeu.





Santiago Luaces: Cofrade Edimburgo de la Orden de Caballeros Baobab con distintivo Azul.


Esta distinción fue ganada bravamente en dos campos de batalla: Murraifield y Santiago de Compostela, en la que obtuvo medalla (esta medalla fue donada al museo baobab de la residencia Luaces de La Coruña, donde se puede admirar al precio de 2 euritos). Entregó el diploma Javier Carral.




Fernando Míguez: Cofrade Edimburgo de la Orden de Cabelleros Baobab (Custodio de la Cámara).


Su paso por Murraifield le hace acreedor honorario de la Orden. Si bien su delicada espalda no le ha permitido reeditar antiguos éxitos, mantiene un record oficioso en la carrera que realizó por el aeropuerto de Edimburgo para no perderse de sus compañeros de viaje. Entregó el diploma Nacho Alonso.






Javier Carral: Cofrade Mayor del Kilimanjaro y Edimburgo de la Orden de Caballeros Baobabs con Distintivo Azul.



Con Santiago Luaces los dos únicos Cofrades Edimburgo con distintivo Azul, una de las más altas condecoraciones baobab. Ambos acreditan haber obtenido metal en Santiago de Compostela. Su medalla reposa en la casa-museo que la familia Carral posee en Breixo. Está justo al lado del mueble bar, gracias Javier. Además, obtiene la Cofradía Kilimanjaro por su heóica ascensión al techo de Africa. Entregó el diploma Nacho López.







Nacho López: Cofrade Edimburgo de la Orden de Caballeros Baobab con distintivo Marrón.



Su paso por los húmedos campos de Murraifield es aval suficiente para su incorporación a la Orden de forma destacada. El distintivo marrón lo ganó merecidamente en Santiago, carrera de la que sería ocioso narrar sus méritos nuevamente. Lamentablemente los pantalones con los que acudió a Murraifield, hoy objeto de culto, han desaparecido de la vitrina de seguridad que los custodiaba. Entregó el diploma Fernando Míguez.









Juan Carlos de Borbón y Borbón: Cofrade de Honor de la Orden de Caballeros Baobab.



Esta incoporación se hace a petición de la Casa Real. Al ser cofrade honorífico se le exime de pagar la cuota anual de 20 Euros. Recoge en su nombre el Presidente Daniel Nomdedeu. Entrega el diploma la embajadora Ms. MacDermot.






En el mismo acto, la asamblea ha nombrado a la encantadora señorita Mss Deirdre MacDermot Embajadora de Paz ante las Islas Británicas (La Pérfida Albión), titulo que recibío emocionada de manos de Marcos Seijo.




3-Nombramiento de nuevos Baobabs:

Como es bien sabido, las deliberaciones y las votaciones son secretas, sin embargo obra en nuestro poder la transcripción literal de las mismas, de las que nos hacemos eco como testimonio mudo para los anales:

-D. Ignacio López propone dos nuevos socios:

D. Jorge Fraguela.

Interviene D. Ignacio López: "Yo, ehh..., ah..., buenooo, Jorge es un buen chaval y organiza cosas. Ah, y jugador de rugby". Interviene D. Santiago Luaces como avalista: "A todos los méritos que ha enumerado el Sr. López quiero añadir el de ser un hombre bueno, generoso y noble. El ser director de una entidad financiera creo que lo dice todo". Tras la votación unánime el Presidente ordena incorporar al nuevo socio.


D. Joaquín López Rúa Martínez:

Interviene D. Ignacio López: "Estooo ..., ehh..., bueno... es un hombre muy educado". Interviene D. Javier Carral: "Pero éste quién es, ¿sabe hacer algo?, este no sabe hacer nada. Este no ha hecho deporte en su vida". Interviene D. Santiago Luaces: "!Como que no sabe hacer nada. Precisamente es un hombre muy educado, que además, ejem, tiene una buena educación, y ...
por otro lado..., bien su educación es exquisita
". El Sr. Carral, enemigo acérrimo del nepotismo, muestra cierto desdén, quizá por tratarse el Sr. López-Rúa de su cuñado, pero la votación es unánime y el Presidente da instrucciones para la incorporación del Sr. López-Rua como nuevo socio baobab con derecho a pago de cuota.

D. Santiago Luaces propone un nuevo socio:

D. Oscar Beloso Muradas.

Interviene D. Santiago Luaces: "El Sr. Beloso atesora distintas cualidades como aspirante baobab. La primera que es persona también de gran bondad y generosidad, como lo demuestra el hecho de ser directivo del Banco Santander. Ha realizado con sus clientes muchas labores antropofágicas, digo filantrópicas" (el Presidente mantiene el ceño fruncido y la mirada perdida). "Por otro lado, es el presidente del club Vitis de Valladolid, asociación surgida a nuestra sombra, imagen y semejanza, con la que podríamos hermanarnos en provecho de todos" (el Presidente gruñe afirmativamente). "En su favor habla el hecho de que, en los convulsos tiempos que vivimos, crisis financiera, falta de liquidez, morosidad, el Sr. Beloso ha alcanzado el nivel de handicap 5 jugando al golf. Gran gesta. Además es persona sometida a gran disciplina y muy amante del orden. De otro modo no podría estar casado con mi hermana". Se inicia la votación y ante algunos gestos dubitativos el Sr. Luaces se arremanga la camisa. "¿Os he dicho que es mi cuñado y que mi hermana me ha hecho responsable de que el Sr. Beloso se incorpore a baobab?. ¿Y os he dicho que no quiero tener problemas con mi hermana??". La votación resulta favorable a la incorporación de D. Oscar Beloso. El Presidente da las oportunas instrucciones.

D. Javier Carral propone tres nuevos nombramientos: D. Ramón Barros, Don Ramón Carral y Don Jose Antonio Basanta, los cuales ante la calidad y calidez de las argumentos expuestos por el Sr. Carral son incorporados de inmediato al Club.


4-. Ruegos y preguntas:

Casi todos los baobabs esperában nerviosos la llegada de este punto del orden del día.

Previamente a la carrera Nacho López manifestaba su desacuerdo, a quien le quisiera escuchar, acerca de las actividades baobab, denunciando manipulación y sectarismo especialmente por parte de uno de los cofrades más relevantes. No vamos a revelar su nombre. Sólo diremos que estuvo en el Kilimanjaro "tomando horchata" (sic). Amargamente se quejaba Nacho López que a él no se le reconociera su descenso "al único volcán con agujero" que hay en las Azores.


-Os garantizo que en la asamblea voy a montar el taco- aseveró antes de la carrera.

Y así fue. Llegado el turno de ruegos y preguntas tomó la palabra el "Kilimanjaro" para exponer algunos asuntos menores. Nacho López le interrumpió varias veces con voz tronante para interpelar:


-"Claro, claro... Yo pienso lo mismo... Sí señor, es cierto... se puede decir más alto pero no más claro... eso es hablar... yo nunca dije que hubiera puestos de horchata en la subida al Kilimanjaro... "

Al finalizar las intervenciones, Nacho López fue felicitado por varios socios por su valor y firmeza en la defensa de sus postulados.

Posteriormente el Presidente levantó la asamblea llendose cada cual por donde había venido.


Buenos días.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Lugo 12/08 10 Km



Los Baobabs han Vuelto

El pasado domingo 21 de diciembre se celebró la Lugo Monumental, sobre 9.810 m.


El primer jarro de agua fría fue la baja de nuestro presidente Daniel (señor, desde aquí le seamos una pronta recuperación). El propio Daniel, balbuceante, nos explicó lo ocurrido. Parece ser que el viernes estaba haciendo surf en Bastiagueiro. Precisamente en el momento en que encima de una ola iba a ensayar un "Arabesque en l´air con piruettte en chassè" notó cómo una sombra giantesca de unos 20 cm de largo se acercaba a su tabla a cierta velocidad.





Presa del pánico se tiró al agua. Al cabo de unos minutos alcanzó la playa con su tabla rescatada de entre un violento oleaje. Sin embargo, horror, la punta de su tabla había sido destrozada por un mordisco de lubina salvaje de la ría (Lupinus sabrosae). Aterrorizado, Daniel echó a correr por la playa descalzo, cuando una rama le pegó un periostio en el pie. El periostio fue de tal calibre que le ha salido un bulto a la altura del juanete que le impide, por el momento, la práctica de la carrera. No se sabe nada de la lubina. Daniel nos comentó que el dolor que padece sólo es comparable a una vez que en una maratón un competidor "le dio un cabezazo en el culo" (literal).

Daniel le hizo compañía a Fernando Míguez en las aceras de Lugo, pero aún quedaban varios bravos: Javier, los dos Nachos, Marcos y Santiago.




Por cierto que Marcos nos presentó a los baobabs a la encantadora señorita Drenthe Mac Dermot, de la mejor sociedad dublinesa. Marcos nos pidió, ya que Drenda iba a intentar los 36 minutos, que nadie le adelantara para no molestarla. Hubo algunas protestas pero al final triunfó la caballerosidad baobab y Drinder pudo cumplir su cometido alcanzando a la sazón la tercera plaza, y llevándose un hermoso trofeo al Hotel Saint Gregory de San Francisco, que tan dignamente dirige su tío Peter.


Galantemente, la totalidad de los baobabs entraron en meta tras Drindrer.

El primero, Marcos, sacrificando su carrera personal.





Javier aprovechó para darle una buena coz a su última participación, rebajando su marca en la carrera en más de 6 minutos.



Santiago cumplió con 49 minutos.


y Nacho López volvió a sacrificarse haciendo de liebre para Nachete Alonso.




Los tiempos de paso de Nacho "Locomotora" López eran tan exigentes y su ritmo tan infernal, que Nachete apenas pudo acabar el sudocu de El Progreso durante la carrera,



(si bien es cierto que sí le dio tiempo a hacer de guía turistico con sus compañeros de ruta y a pasarse por un super a coger unos tomates que le había encargado su mujer).


Hastiado, Nacho López lanzó un último sprint de, él calcula, unos quinientos metros, (según el Gobierno Civil no excedió los 15 metros). Durante este largo esfuerzo, sólo fue adelantado por un corredor, la señora Diolinda, que a pesar de su juventud, 64 años, pasea su orgulloso moño por todas las carreras del circuito.

Las primeras palabras de López recién llegado y muy contento fueron: "Esto es una piiii piiii. No vuelvo. No vuelvo. Me piii en su piiii madre. Estoy hasta los piiis de esta piii piiii de carrera".



Nachete Alonso requirió asistencia psiquitarica a su llegada a meta. "Se me ha echo eterno", comentó, y no volvió a hablar.


Todos los baobabs festejaron a Drondee Mac Dermott en el podio.



Un problema de organización (sólo se daban medallas hasta la categoría H) privó a algún baobab de medalla: hay que valorar que los dos Nachos entraron segundo y tercero en la categoría Z. En cualquier caso, ellos nunca lo llegaron a saber pues cuando cruzaron la línea de meta hacía media hora que ya se había recogido el tenderete.


Un gran día, en fin, para el grupo. Un saludo muy fuerte para nuestros eternos rivales, magrebíes y africanos, que no comparecieron.




Buenos días.

Concierto Ignoto

Esta semana se celebraba la fiesta anual de CxG Corporación Caixa Galicia, y Nacho López y su compañero Paco lo sabían.


Habían decidido saltar de espontáneos en medio de la fiesta con sus guitarras


Nacho, encerrado en su habitación, entre folletos de cursos de guitarra de CCC y de CEAC, practicaba compulsivamente con su vieja "Estatocaste" desde hacía dos meses.

Llegó el día de la fiesta, en la que no estaba prevista la serenata. Nacho picoteaba los canapés nervioso con su compañero Paco, que le iba a acompañar en el improvisado recital. Paco no lo sabía, pero Ignacio ya había decidido su estrategia. Invitaría a Paco a lanzarse y, según le fuera, él actuaría.


Así fue. Paco saltó al escenario y Nacho, viendo que no se podía cantar peor, no tardó en secundarle ("Con lo mal que lo está haciendo éste yo voy a parecer Eric Clapton",- pensó taimadamante).



¿De dónde sacó Nacho la guitarra?. No se sabe.


¿De dónde la cinta que se puso en el pelo tipo Bob Dylan?. Tampoco.


Lo cierto es que de sus ágiles dedos salían los acordes más bellos. La melodía le hacía flotar, con los ojos cerrados y mordiendo con rabia cada punteo. El público estaba totalmente entregado a las bandejas de langostinos que por la sala de al lado circulaban.


Nacho, tras sus segunda canción, al no ver a nadie prestando la más mínima atención, decidió con la perspicacia que le caracteriza dar por finalizado su concierto y con la misma cogió su guitarra , se levantó y se fue.


-¿A dónde vas?, le increpaba Paco que iniciaba los primeros acordes de "Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es"

-Voy a por una trompeta y vuelvo a hacerte los coros.- Contestó un huidizo Nacho López, haciendo mutis por el foro.


Ignacio nunca más volvió.


Aprovecho la difusión de esta crónica para pedir que alguien se acerque al lugar de la fiesta a rescatar a Paco que está ahora mismo con "Caballo que galopas a mi yegua", de Juan Pardo.


lunes, 15 de diciembre de 2008

Convocatoria Secreta

Bajo el clima de secretismo que rigen las relaciones internas del club, se realiza una discreta convocatoria a sus socios utilizando los canales adecuados, por lo que la mencionada convocatoria va en clave. Para su correcta comprensión es necesario que sea cantada con la música de "Qué bello es vivir". Os transcribo:

Poroordendel presideente
osconvoocoarabadéééé (en spitacho)
alaaasambleea anual
deeelosbaobaabs
Habráá lechazoasaadó
regadooconbuen tintorrooo
Todooo serádespueééés
dela Luugomonuuumentaaal (lento, bis)
Todooo serádespueééés
dela Luugomonuuumentaaal

Ahora, y mientras alguien silba la melodía otro repite el libreto sin cantar:

Por orden del presidente .................. Fiufiuu fiu fiuuu
os convoco a Rábade ...................... Fiu fiuu fiufiuu
a la asamblea anual ......................... Fiufiuu fiufiu
de los baobabs .............................. Fiufiuuuuu
Habrá lechazo asado ................... Fiufiufiuuufiufiu
regado con buen tintorro ................ Fiufiuu fiufiu
Todo será después ........................... Fiu fiuu fiufiuu
de la Lugo Monumental ......................Fiu fiuu fiufiuu

jueves, 20 de noviembre de 2008

El Rapsoda Ignoto


Epístola abierta de Nach. Lóp.


Hoy tú relatas los vicios
de mi vida perdularia,
yo recuerdo tus inicios
con extraña indumentaria
de empleada de servicio
por muralla milenaria.

El que me insulta y difama
con crónicas amarillas,
el que mi desdicha trama
(escritor de gacetillas)
que por ahorrar cuatro duros
se compró unas zapatillas
(más propias de una mucama
con pelos en las canillas)
que al calzar número menos
embuten pies cual morcillas.

Yo, que alumbré tus principios
hoy soy un rapsoda ignoto.
Quiero expresar con mis ripios
lo elocuente de la foto
que cuelga nuestro bloguista
palpándole así el escroto
al fámulo libelista…,


.........................Pucelano

lunes, 17 de noviembre de 2008

Orense 11/08 10Km



Los baobabs se suben al cajón

A pesar de que ya la semana previa a la carrera de Orense existían ciertos indicios que no propiciaban buenos augurios para el equipo baobab, una vez más ha sido el afán y el pundonor los factores clave que han guiado a este grupo de elegidos, esta vez si, a lo más alto del cajón.


En efecto, a pricipios de semana Nacho Alonso anunciaba su ausencia, pues debía acudir en representación del Club Baobab a un concierto-siesta que ofrecía Leonard Cohen en Londres. Esperamos que a estas horas Nacho se halla restablecido de la dureza del acto.


Marcos Seijo declaraba que debía entregarse a su faceta didáctica.


Santi Luaces hacía saltar todas las alarmas el viernes por la tarde al reaparecerle una antigua lesión muscular en un test improvisado realizado frente a la cervecería O Boo. Su gemelo izquierdo, que venía padeciendo una frostitis intrageminal en el funicular superior, cedía definitivamente en una leve carrera de 10 metros. Queda el atleta a la espera de un dictamen facultativo, pues el diagnóstico anterior se lo ha hecho él mismo con sus profundos conocimientos de medicina (no en vano estudió Derecho en Valladolid, a escasos 500 metros del Hospital Universitario). "Esperemos que todo quede en una polipedorris intramuscular y pueda estar en Lugo", declaraba el pucelano.


Y mientras tanto, no lejos de allí, otro miembro fundador baobab, al que vamos a denominar Nach. Lóp. (permítasenos, por la gravedad de lo acaecido, mantener su nombre en el anonimato), padecía compulsivamente el cargo de conciencia por la traición que estaba fraguando. Víctima, creemos, de la enfermedad que padece: la temible SWSB (Síndrome de Winston Spaten Beefeter) había decidido entregarse a una noche de frenesí sin lujuria, y a las tres de la madrugada ya se había gastado sus veintitantos euros en cañas y gin tonics y agotado el tabaco de los clientes de una conocida cervecería de La Coruña.




A la mañana siguiente, mientras los dos efectivos supervivientes, Daniel Nomdedeu y Javier Carral, salían de sus casas, frescos y relucientes cual lechugas, intuyendo la epopeya que iban a protagonizar, el sujeto Nach. Lóp. (insisto en mantener en el anonimato al individuo), se retorcía un su catre, con barba de tres días, víctima de la resaca de tabaco, alcohol y traición. Así fue que el tal Nach. Lóp. dejó plantados a los dos héroes que han realizado la, hasta ahora, mayor azaña del atletismo de los últimos años en la carrera decana de Galicia.

Dejemos atrás pues problemas de imsomnio, lesiones y bellaquería, y vayamos a la carrera.



Sobre un circuito absolutamente diabólico se desarrolló una carrera vertiginosa en la que el Jabalí de Breixo y Daniel, la Saeta de Samil, utilizaron como única estrategia la de correr como alma que lleva el diablo. Empezaron desde bien pronto adelantando a todo tipo de atletas, hispanos, moros, africanos, ancianos, jovenes y jóvenas... Nadie ni nada era respetado por los borceguíes de los dos baobabs. Llevaron este ritmo de película de cine mudo hasta la meta, donde un auténtico aluvión de aficionados los esperaban para llevarlos en volandas hasta el podium de los triunfadores.



En lo que llevamos de siglo nunca se había visto tal afluencia de orensanos a una carrera pedestre.



Tal es la pasión que despierta el equipo baobab, que tras su paso por la ciudad de las Murgas, la prensa especializada ya ha comenzado a difundir rumores sobre un posible cambio de patrocinador.




Por si hubiera alguna duda, Daniel Nomdedeu y Javier Carral, aún no siendo especialistas en estas distancias tan cortas (de hecho son, junto con Marcos Seijo, los únicos baobabs que han confirmado su presencia en la prestigiosa Maratón de Estocolmo) acabaron de destrozar el cronógrafo que Nacho López creía averiado el año anterior: 0:42 para Daniel y 0:49 para Javier.

Pero... ¿qué hacían mientras tanto los otros baobabs?. Santi Luaces vigilaba anhelante su teléfono a la espera de noticias; el propio Leonard Cohen despertaba a Nacho Alonso y a su mujer media hora después de finalizar el concierto (ya se habían ido lo otros quince espectadores), mientras que Marcos se afanaba en recoger la plastilina y los mandilones. ¿Y qué fue de nuestro misterioso Nach. Lóp.?. Pues este pequeño judas aun se regocijaba en determinados capítulos de su barriobajera hazaña. No nos extranaría verle, a no tardar, en la calle Real con rastas aporreando una guitarra a cambio de unas pocas monedas con las que pegarle al vicio.


Creemos urgente celebrar una reunión del Comité de Etica (en cualquier restaurante homologado), al fin de, haciendo gala de nuestro conocido sentido de la mesura, intentar recuperar a esta pobre oveja baobab descarriada.



Lamentamos no poder hacer público su nombre todavía (nuestro victoriano código de conducta aborrece y repúdia la difamación), pero hacemos voto a la esperanza de ver recuperado a este garbanzo negro para la carrera de Lugo.





Buenos días.






viernes, 31 de octubre de 2008

Santiago 10/08 12 Km



Por fin las medallas


Javier Carral había dormido plácidamente la noche previa a la carrera. Sabía que el trabajo grueso ya estaba finiquitado a satisfacción. Ahora sólo faltaba la competición, que se había convertido en un mero trámite previo al éxito. Por la mañana retumbaba en su cabeza el último y clarísimo consejo de sus entrenador, Marcos: "Dosifica tus implementaciones estructurativas resistenciales". Iba a ponerlo en práctica.


Santi Luaces padecía en la cama una bronquitis que no le había permitido entrenar desde Coruña 10. Su descanso no fue completo. Tenía que sustituir a una de las figuras del equipo, Nachete Alonso, convaleciente de una delicadísima operación y su objetivo era ni más ni menos ocupar una de las plazas de medalla. A las 7:30h ya estaba en el área de descanso de la autopista, no por disfrutar del amanecer, si no por que es un atorrante y no se había enterado del cambio de hora.


Para Nacho López tampoco era una noche más. "Mi situación anímica no es la más adecuada", pensaba mientras apuraba la colilla del décimo pitillo que se fumaba durante la última hora.



Apuró de un trago la sexta cerveza, remató el último sorbo de su gin tonic y se dispuso a acostarse. Eran las 3:30h. No se encontraba bien. Sus compañeros baobabs le habían pedido que no corriera, al igual que su familia. Pero él estaba dispuesto a no dejarles sólos. Había estado cuidándose toda la noche para la carrera.


Tan sólo había pasado un breve momento de crisis de su Síndrome Winston Spaten Beefeter en el restaurante indú en el que había cenado unos espectaculares bramaputras al curry. Nada, ni nadie, impediría que Nacho López se presentara en la línea de salida.

Y así fue.

Algo le despertó a la hora prevista y, aguantando la verticalidad a duras penas, salió heróicamente de su domicilio, no sin antes tomarse dos plátanos por vía oral. "Nada ni nadie me va a parar", pensó.

A las 10:00h ya estaban nuestros héroes recogiendo sus dorsales en una sombría y gélida Plaza del Obradoiro. De inmediato, Nacho cruzó una mirada asesina con alguien de la cola de al lado. Se trataba del Archidiácono de la Catedral. Profundo conocedor de las callejuelas de Santiago. Podía desplazar sus 140 kilos con una envidiable agilidad. Detrás de éste, reconoció a otro atleta aparentemente en perfectas condiciones físicas: el Ecónomo de la Diócesis, antiguo confesor de S. M. D. Alfonso XIII. Todavía hoy perduran los ecos de la dura e heroica pelea que tuvieron los tres el año pasado. Sin embargo, Nacho sabía que en esta edicción no se repetiría el tradicional duelo...

Este año Nacho iba a ser... LA LIEBRE DEL PELOTÓN.

Y así fue, a las 10:30h sonó el pistoletazo de salida rompiendo un nauseabundo olor a bramaputras con curry. Nacho había elegido una zancada amplia y elástica para los primeros 3 km. La táctica consistía en tirar a tope sirviendo de lanzadera a sus dos compañeros hasta el kilómetro 5, punto en el que debería abandonar la carrera. Gracias a su ritmo infernal, el pelotón se fue alargando hasta el infinito, mientras Nacho "Locomotora" López seguía a lo suyo, sin que la elegante frecuencia de su zancada descompusiera lo más mínimo su figura. Los africanos corrían atónitos, pues era la primera vez en su vida que seguían a una liebre que olía a curry. Por detrás, casi los únicos europeos en cabeza del pelotón, el Jabalí de Sada y la Bala de Pucela, continuaban al acecho.

Pasaba ya el kilómetro 5 y Nacho no abandonaba. Allí continuaba desmigando el pelotón, mostrando su breve tonsura a miles de corredores.

Pero ya había ido más allá del deber, y en el kilómetro 7 dejaba la carrera con la cabeza bien alta llevandose consigo el olor a bramaputras al curry pegado a la piel.

Ni qué decir tiene que Javier y Santiago no desaprovecharon el arduo trabajo de Nacho.





En la meta, en el kilómetro 12, Javier y Santi aseguraron las dos primeras medallas en competición ofical para los baobab.


Ambos metales serán ofrecidas al club en la próxima comida-celebración-homenaje-invitación por los que ya se conocen como "Los tres de Compostela".



Tras finalizar la carrera, y en un nuevo gesto altruista baobab, Javier, Nacho y Santi decidieron renunciar a los premios en metálico que les correspondían en beneficio de otros atletas más necesitados, como era el caso de los dos corredores africanos Obama y Mondongo.



Correcta la organización, si bien se echó en falta un poco más de sol en la Plaza del Obradoiro. Esperemos que para el año que viene la organización derribe esas dos torres viejas con campanas que ensombrecen la zona de recogida de dorsales.


Un entrañable recuerdo para Nacho Alonso y otro muy especial de sus amigos para Fernando Míguez, que sigue convaleciente de una operación de espalda.

Deciros que se han iniciado los trámites de hermanamiento del Club Baobab con el Club de Voley Playa Femenino de Orense. Que sepáis que en principio nos dejan compartir sus duchas para después de la carrera, lo cual es de agradecer. Podéis inscribiros en la carrera cuando queráis.


Buenos días.


La Coruña 10/08 10 Km



Los Baobabs compiten en casa




En esta ocasión los baobab no han tenido que desplazarse para exhibirse, pues la carrera se ha desarrollado en un precioso circuito urbano en la ciudad de La Coruña.


Si 10 eran los kilómetros, de 10 ha sido la organización del evento, dirigida por el apreciado socio baobab Marcos, que, lamentablemente prefirió no participar en la carrera para atender debidamente la gestión de la prueba.


Aun tratándose de una competición "en casa", Nacho López no pudo por menos que hacer de anfitrión de sus propios compañeros atletas mostrando esplendidos rincones de la ciudad durante el calentamiento, haciendo parada obligatoria en los elitistas urinarios públicos de los jardines de Méndez Núñez; según él, destacadisimo ejemplo de la arquitectura urinaria coruñesa del siglo XX. "Podemos calificar estos urinarios como la bella desconocida de nuestra ciudad", comentaba a la vez que invitaba a los babobabs a penetrar en sus elegantes instalaciones.


Entrando más de lleno en la participación, se han producido relevantes novedades: La primera la de Alberto Carreira, que haciendo honor a su linaje se metió en el selecto pelotón de los "cuarenta y cinco minutos".


La segunda, la incorporación a la prueba alevín de Carlotita Luaces, de 11 años, hija de este modesto cronista, que desarrolló su primera carrera con la misma raza y pundonor que corretea por sus vasos sanguíneos. Pena que debido a los inmutables principios que amparan los estatutos baobab, no sea posible su incorporación a la sociedad.


Aprovecho esta circunstancia para hacer un llamamiento a los socios del Club Baobab, a efectos de que animen a su prole a seguir el ejemplo de Carlota. Y a aquellos socios solteros que no duden en colaborar cuanto antes a traer más atletas al mundo, para lo cual recomiendo que elijan madres magrebies o kenianas, cuyas estadísticas son magníficas.


La nota negativa la dio nuestro Presidente, Daniel, con su ausencia, alegando que coincidía la carrera con el cumpleaños de su madre. Pueril justificación para quienes sabemos que las señoras, a partir de una edad, dejan de cumplir años.


Críticas aparte, su ausencia añadida a la de Marcos (dos firmes apuestas para subir al cajón) generó cierto desconcierto en las filas baobab. Nuestra tercera gran baza, Nacho López, tenía dudas sobre el comportamiento de su gemelo derecho. Durante el calentamiento, huérfanos de estratega, los babobab decidieron que Nacho nuevamente se quedaría en la belicosa popa del pelotón, máxime cuando un grupo de socios del Casino, concretamente los que juegan la partida a las cinco de la tarde, habían juntado una pequeña armada de atletas encabezada por el benjamín de todos ellos, el Sr. Crescencio, con dilatada experiencia en carreras pedestres, (no en vano formó parte del tambor de regulares que asaltó a la carrera el monté de el Gurugú, a las órdenes de un jovencísimo Millán Astray).


Arrancó la carrera no exenta de incertidumbre, y tuvo que ser nuevamente Javier Carral, el Jabalí de Sada, el que arremetiera con furia los primeros kilómetros, rompiendo la carrera y generando espacios, a la vez que desconcierto, en el pelotón. El propio Mohamed Nosecuantitos, a la sazón ganador del criterium, mostró síntomas de pánico al sentir cómo alguien descoyuntaba la carrera a escasos metros de su espalda.


Esta situación sirvió para que Alberto Carreira, Nachete Alonso y Santi Luaces, comenzaran a tomar posiciones de relevancia. La marea baobab fluía hacia la cabeza del pelotón. Mientras tanto, atrás, Nacho López peleaba a cuchilladas cada metro de asfalto, sólo, ante el bien armado equipo del Casino. Nuevamente, Nacho escribió otra página de oro de nuestra institución. Su desgaste le llevó a un trastorno neurológico, que se reflejaba en que mientras corría balbuceaba. "¡estoy adelantando gente, estoy adelantando gente!", cuando lo que realmente estaba adelantando era al público que miraba complacido su esfuerzo; tal y como dolorosamente y con lágrimas en los ojos le hizo ver al final de la carrera Javier Carral, su gran amigo. El cronista fue testigo de este momento en el acto de toma de cervezas y puedo decir con orgullo que cuando Javier le reveló a un atónito Nacho las circunstancias de su espejismo deportivo también se me humedecieron los ojos. "Sin embargo- espetó Nacho- estoy seguro de haber adelantado a una señora de negro en los jardines de Méndez Núñez". Javier y el que suscribe preferimos mordernos la lengua antes de hacerle ver que, esa señora era la estatua de Dª Emilia Pardo Bazán, a la que es fácil adelantar, no ya porque se trate de un monumento inerte, sino porque está sentada.


En resumen, Alberto Carreira se convirtió en la agradable sorpresa de la carrera, quedándose a muy pocos kilómetros del ganador, Mohamed Nosequé. Puede estar contento Alberto a pesar de haberse quedado con la miel en los labios (en un gigantesco detalle baobab y ante la precariedad económica de la organización, Alberto prefirió no coger su chip, para que pudiera ser aprovechado por algún atleta necesitado, por lo que su tiempo es oficioso). Nacho Alonso y Santi Luaces, como siempre, mejorando sus cronos hasta los 45 y 48 minutos respectivamente. "Que estos dos den la sorpresa ha dejado de ser sorpresa", comentaba un acreditado miembro del pelotón. Javier Carral, extenuado, se quedó a las puertas de los 49. Y Nacho nuevamente lideró el grupo postrero, quizás el más competido por veteranía y experiencia, generando desánimo y frustración en el grupo del Casino. Otro año será.


El público, entendido y muy exigente, se mostró parco en aplausos, no queriendo reconocer la extraordinaria carrera de los baobabs. Lógico, pues éstos con sus éxitos han malacostumbrado a los coruñeses.


Al acabar la carrera se procedió al acto de toma de cerveza (y alguna coca cola) en un local cercano. Los tres baobabs asistentes, imbuidos por su espíritu franciscano despreciando todo bien material, no llevaban dinero, con lo cual Carlotita Luaces tuvo que pagar la cuenta con cargo a su propina semanal.




Poco precio por compartir una de las ceremonias de mayor tradición del atletismo coruñés.





Buenos días.

Kilimanjaro 5.895 m







Baobabs en la cima de Africa

Javier Carral coronó el Kibo, la cumbre del monte Kilimanjaro. Esta es la transcripción de las notas que tomó en su Moleskine nada más volver al campamento tras haber hecho cima.




11.08.07 - DIA 6: Barafu Camp 4.550 metros

“Esperaba al menos dormir unas horas antes de comenzar la ruta a media noche, sin embargo justo pegada a mi tienda unos porteadores montaron la suya y no dejaron de hablar y hacer ruido hasta las 20.00h, cuando ya el enésimo grito que les pegue resultó ser el finalmente efectivo. Esa fue la razón por la que cuando me levanté a las 23.30h no había pegado ojo (bueno… esa y un ligero nudo en el estomago). El frío era intenso. El Suunto marcaba 3 grados en el interior de la tienda, el saco hacia horas que no me abrigaba y poco a poco había ido poniéndome encima todo lo que tenía a mano, de forma que cuando Babu apareció con el morning tea, ya estaba prácticamente vestido. Llevaba 5 capas arriba y 2 en las piernas. Tras un simple desayuno y cumplir con el ritual de escuchar en el ipod “la última montaña”, a las 00.08h comenzamos el ascenso hacia la cumbre.

Ramson marcaba el ritmo ya desde los primeros pasos que nos alejaban de las tiendas. Nuestro campamento era el más retirado del punto de partida de la ruta, por lo que en realidad iniciamos el ascenso a las 00.30h y a una altura de 4.550m. Estimábamos alcanzar el Stella Point en unas seis horas. El ritmo era bueno y firme, el adecuado para llegar a tiempo y ver el amanecer en el trayecto del Stella Point (5.685m) al Uhuru Peak (5.896m). Nada más incorporarnos a la senda (empinadísima) nos vimos frenados por una cordada de alemanes que, avanzando en silencio y con sus luces frontales enfocadas al suelo, me recordaron a la Santa Compaña. Tardamos unos 15 minutos en poder adelantarlos y recuperar nuestro ritmo inicial. Esa tarde, en la prisión del saco de dormir, me había marcado dos estrategias para afrontar la subida: nunca mirar hacia arriba (mi único objetivo sería seguir las botas de Ramson, acompasando mis pasos a los suyos) y no consultar en ningún momento el Suunto para averiguar a que altura nos encontrábamos. Pasada la primera hora, habíamos ya adelantado a todos los grupos (unos los pasábamos acelerando el ritmo y otros simplemente cuando se paraban a descansar) y liderábamos la subida. Me encontraba fuerte (había hecho una buena aclimatación y las cinco jornadas anteriores resultaron además ser un buen entrenamiento), iba concentrado y el frío, aunque muy intenso, era soportable. Seguía las pisadas de Ramson, nada rompía el silencio, y solo de vez en cuando levantaba lateralmente la cabeza para intentar ver alguna estrella fugaz.

También me había preparado mentalmente. Sabía que esta sería una jornada muy dura, más de seis horas ascendiendo por fuertes pendientes, la falta de oxigeno, el terreno pedregoso e incluso difíciles pasos por roca. Intervendrían agentes externos e internos y estaba seguro de que todos, en algún momento, se podrían volver en mi contra. Me prometí que si llegado el momento, por cualquier circunstancia no pudiera seguir, antes de parar daría un último paso, al que le seguería uno más, lo que me llevaría a seguir ascendiendo solo con “últimos pasos”.

A las dos horas Ramson se detuvo al amparo de una gran roca, se quito su mochila, cogió su rollo de papel higiénico y diciendo “ahora vuelvo” desapareció entre los peñascos (pensé,... es de los míos). Aunque fue rápido, cuando de nuevo nos incorporamos a la ascensión ya nos habían adelantado un par de grupos de muzungus. Volvíamos entonces a las paradas constantes y a los cambios de ritmo que endurecían la subida y me desesperaban. Solo cuando se lo indicaba, Ramson aceleraba el paso y los adelantabamos, pero la recuperación de ese mínimo cambio de ritmo era cada vez más lenta. Aún así, al rato volvíamos a caminar sin ninguna luz por delante. Cada poco tiempo se giraba y me preguntaba como me encontraba y si el ritmo era bueno. Yo repasaba mi estado, pies fríos pero no en exceso, calor corporal bueno, sin dolor en la pierna derecha (la tenía cargada desde hacía un par de días), respiración acompasada y cero dolor de cabeza. Perfecto, ya podía volver a pensar en cualquier cosa que me abstrajese de la rutina y me ayudase a no levantar la mirada del suelo.

Coincidiendo con un paso de roca complicado, de repente sobre las tres de la mañana, comenzó a soplar un viento fuerte y helado. En un primer momento supuse que sería por lo abierto del tramo, sin embargo arreció en intensidad y a los pocos minutos era ya una ventisca en toda regla. Era ese viento nocturno de montaña que rasga la piel, lanza infinitos alfileres y emite un sonido desalentador y premonitorio de peligros. Notaba como perforaba mis capas y me infligía una tremenda sensación de desasosiego.

Imbuido en la rutina recordé que, al igual que en el viaje a Bolivia, unos días antes de salir en una apacible mañana de domingo en Breixo, había programado el altímetro para que saltase la alarma al alcanzar los 5.100 metros de altura, mi nuevo record. Sin embargo, deberíamos llevar ya más de cuatro horas de ascenso y esta no había sonado. Aproveche una de las paradas para beber y aunque me lo había prohibido, no pude resistir la tentación de comprobar a que altura nos encontrábamos: 5.460 metros (“joder, pensé, por encima de los 5.000 y zurrando”). Y ahí comenzó ha complicarse todo. Saber exactamente donde estaba y por tanto lo que faltaba, fue el detonante que, junto con el viento, el frío, los cambios de ritmo, las paradas, hizo que en pocos metros todo cambiase.


De repente, mis pisadas ya no eran firmes, me balanceaba hacia los lados y empujado por el fuerte viento que soplaba de cara, también hacia atrás. Levanté la vista y al ver que todo parecía moverse a mi alrededor le pedí a Ramson que me pasase los sticks. Mientras que los desplegaba, note que me escrutaba a la vez que me preguntaba como me encontraba. Siempre lo hacía así, no le valía mi simple respuesta. Con la utilización de los sticks comenzó un nuevo problema, las manos. En vez de llevarlas en los bolsillos frontales de la HH, estaban ahora expuestas al viento. A esa altura ya prácticamente se había congelado la botella de agua que llevaba en el exterior de la mochila. A los pocos minutos avisé a Ramson que no sentía los dedos de la mano derecha. Paramos al refugio de una roca y comenzó a golpearme fuertemente las manos. Descansamos unos minutos, plegamos los bastones y continuamos el ascenso. Ahora la pendiente se me antojaba imposible, y cada movimiento o gesto extra provocaba una nueva aceleración de mi ya desmadrada respiración. En un momento, a la salida de un giro de la senda me sentí desorientado y sin fuerzas. Ramson se dió cuenta y me gritó intentando averiguar mi estado. Quise decirle un poco mareado, pero respondí “sick” (que no era del todo cierto). Se acercó y me propuso parar. Insistí en seguir, ya que en cada parada anterior había perdido la concentración y me costaba más reiniciar el ascenso. Evidentemente paramos. En apenas diez minutos había pasado de estar bien a sopesar la posibilidad de no conseguirlo. Tenía el pulso disparado, la boca seca y el aire no entraba en mis pulmones. Heché mano entonces de el positive thinking que tan buenos resultados me había dado en la Vig-Bay: nunca más volverás a estar a esta altura; disfruta de lo mal que estás porque es un motivo que no se repetirá; cada metro es un triunfo; de una forma u otra todo se termina, gánate el recuerdo... etc. Buscaba ritmos en la respiración que se acoplasen al andar. Letanías de resoplidos y cortos pasos.

Sobre las cinco de la mañana, en una breve parada para beber, Ramson me comentó que íbamos muy bien de ritmo y por primera vez me informó que ya faltaba poco (tampoco yo le había preguntado). Me asaltó la duda si me lo estaba diciendo para animarme o si realmente era cierto, así que cuando dejamos el abrigo de la roca no pude más que mirar, por primera vez, hacia arriba. En ese momento había incumplido ya las dos reglas que me habá fijado antes de iniciar el ascenso. Vi el perfil limpio de la montaña contrastado sobre un manto de estrellas. No supe calcular la distancia, pero podrían faltar 100 o 200 metros y pensé “va a ser cierto”. Sin embargo un nuevo problemilla surgió en ese instante. El agua helada había irrumpido en mi interior como una bomba y mi estomago exigía desahogarse. Pensar solo en bajarse los pantalones con ese viento y ese frío era una locura (llevaba el frontal de la HH lleno de escarcha), así que opté una vez más por buscar algún pensamiento que justificase el sufrimiento y regocijarme en el, olvidando así mis movimientos intestinales.


El terreno ya no era firme, sino que caminábamos sobre pedrisca que hacía que cada vez que adelantaba un pie este se deslizaba y aparecía detrás del que no había levantado del suelo. Avanzar era muy complicado y el viento se encargaba de completar la faena. Opté entonces por caminar estilo pato, abriendo el máximo ángulo entre las puntas de los pies para ganar la mayor estabilidad posible. Daba tres pasos y paraba a inspirar y expirar cuatro veces. Funcionaba. Comprendí entonces que no era cuestión de la distancia que faltaba (que intuía que era poca), sino del tiempo que podría estar repitiendo esa carencia de pasos y resoplidos. Me crecí y aceleré el ritmo. Aún ahora no sé cuanto tiempo pasó, si fueron 5 ó 30 minutos, pero cuando ya casi estaba al límite real de mis fuerzas, Ramson se giró y me extendió la mano para ayudarme a salvar un corte pronunciado en la roca sobre la que ahora avanzábamos. Rechacé su ayuda. Con un pequeño salto salvé el obstáculo y alcance su posición. Al llegar a su lado me dijo “ya está, lo has conseguido, estamos en el Stella Point”, mientras que iluminaba con su frontal un pequeño poste de madera. Nos dimos un fuerte abrazo, comenzamos a gritar y nos pusimos a bailar. Eran las 05.20h y habíamos alcanzado la cima del Kibo, la parte superior del Kilimanjaro en poco más de cinco horas, superando así sus mejores estimaciones. De el Uhuru Peak, ya solo nos separaba una agradable ruta de unos 40 minutos. “Vamos a por el summit, y controla tu respiración” (que era aceleradísima). "No es mi respiración - le contesté - son mis emociones".

Caminaba ahora sobre las nieves perpetuas del Kilimanjaro, mientras que a mi espalda el cielo oscuro era roto por una fina línea violeta y naranja que anunciaba el amanecer. Estallé a llorar como un niño, sin poder controlarlo. Siempre pensé que los peores hombres son los que se avergüenzan de sus emociones inmediatas. Ya no soplaba el viento, el frío era más que soportable, recuperaba el movimiento de los dedos, mi estomago se había dormido, y ya ni siquiera intentaba disimular cuando Ramson se giraba para ver que me estaba pasando. Recuerdo que pensé que había conseguido algo importante y que una vez más estaba solo. Nos pusimos a cantar. El no lo sé. Yo “fly me to the moon”.


A las 6.09 del 11 de agosto de 2.007, tras seis días de ascenso por la ruta Machame, alcancé el Uhuru Peak a 5.896 m de altura, la cima del monte Kilimanjaro, el punto más alto de Africa.

A los pocos minutos comenzó a salir el sol."