viernes, 31 de octubre de 2008

Santiago 10/08 12 Km



Por fin las medallas


Javier Carral había dormido plácidamente la noche previa a la carrera. Sabía que el trabajo grueso ya estaba finiquitado a satisfacción. Ahora sólo faltaba la competición, que se había convertido en un mero trámite previo al éxito. Por la mañana retumbaba en su cabeza el último y clarísimo consejo de sus entrenador, Marcos: "Dosifica tus implementaciones estructurativas resistenciales". Iba a ponerlo en práctica.


Santi Luaces padecía en la cama una bronquitis que no le había permitido entrenar desde Coruña 10. Su descanso no fue completo. Tenía que sustituir a una de las figuras del equipo, Nachete Alonso, convaleciente de una delicadísima operación y su objetivo era ni más ni menos ocupar una de las plazas de medalla. A las 7:30h ya estaba en el área de descanso de la autopista, no por disfrutar del amanecer, si no por que es un atorrante y no se había enterado del cambio de hora.


Para Nacho López tampoco era una noche más. "Mi situación anímica no es la más adecuada", pensaba mientras apuraba la colilla del décimo pitillo que se fumaba durante la última hora.



Apuró de un trago la sexta cerveza, remató el último sorbo de su gin tonic y se dispuso a acostarse. Eran las 3:30h. No se encontraba bien. Sus compañeros baobabs le habían pedido que no corriera, al igual que su familia. Pero él estaba dispuesto a no dejarles sólos. Había estado cuidándose toda la noche para la carrera.


Tan sólo había pasado un breve momento de crisis de su Síndrome Winston Spaten Beefeter en el restaurante indú en el que había cenado unos espectaculares bramaputras al curry. Nada, ni nadie, impediría que Nacho López se presentara en la línea de salida.

Y así fue.

Algo le despertó a la hora prevista y, aguantando la verticalidad a duras penas, salió heróicamente de su domicilio, no sin antes tomarse dos plátanos por vía oral. "Nada ni nadie me va a parar", pensó.

A las 10:00h ya estaban nuestros héroes recogiendo sus dorsales en una sombría y gélida Plaza del Obradoiro. De inmediato, Nacho cruzó una mirada asesina con alguien de la cola de al lado. Se trataba del Archidiácono de la Catedral. Profundo conocedor de las callejuelas de Santiago. Podía desplazar sus 140 kilos con una envidiable agilidad. Detrás de éste, reconoció a otro atleta aparentemente en perfectas condiciones físicas: el Ecónomo de la Diócesis, antiguo confesor de S. M. D. Alfonso XIII. Todavía hoy perduran los ecos de la dura e heroica pelea que tuvieron los tres el año pasado. Sin embargo, Nacho sabía que en esta edicción no se repetiría el tradicional duelo...

Este año Nacho iba a ser... LA LIEBRE DEL PELOTÓN.

Y así fue, a las 10:30h sonó el pistoletazo de salida rompiendo un nauseabundo olor a bramaputras con curry. Nacho había elegido una zancada amplia y elástica para los primeros 3 km. La táctica consistía en tirar a tope sirviendo de lanzadera a sus dos compañeros hasta el kilómetro 5, punto en el que debería abandonar la carrera. Gracias a su ritmo infernal, el pelotón se fue alargando hasta el infinito, mientras Nacho "Locomotora" López seguía a lo suyo, sin que la elegante frecuencia de su zancada descompusiera lo más mínimo su figura. Los africanos corrían atónitos, pues era la primera vez en su vida que seguían a una liebre que olía a curry. Por detrás, casi los únicos europeos en cabeza del pelotón, el Jabalí de Sada y la Bala de Pucela, continuaban al acecho.

Pasaba ya el kilómetro 5 y Nacho no abandonaba. Allí continuaba desmigando el pelotón, mostrando su breve tonsura a miles de corredores.

Pero ya había ido más allá del deber, y en el kilómetro 7 dejaba la carrera con la cabeza bien alta llevandose consigo el olor a bramaputras al curry pegado a la piel.

Ni qué decir tiene que Javier y Santiago no desaprovecharon el arduo trabajo de Nacho.





En la meta, en el kilómetro 12, Javier y Santi aseguraron las dos primeras medallas en competición ofical para los baobab.


Ambos metales serán ofrecidas al club en la próxima comida-celebración-homenaje-invitación por los que ya se conocen como "Los tres de Compostela".



Tras finalizar la carrera, y en un nuevo gesto altruista baobab, Javier, Nacho y Santi decidieron renunciar a los premios en metálico que les correspondían en beneficio de otros atletas más necesitados, como era el caso de los dos corredores africanos Obama y Mondongo.



Correcta la organización, si bien se echó en falta un poco más de sol en la Plaza del Obradoiro. Esperemos que para el año que viene la organización derribe esas dos torres viejas con campanas que ensombrecen la zona de recogida de dorsales.


Un entrañable recuerdo para Nacho Alonso y otro muy especial de sus amigos para Fernando Míguez, que sigue convaleciente de una operación de espalda.

Deciros que se han iniciado los trámites de hermanamiento del Club Baobab con el Club de Voley Playa Femenino de Orense. Que sepáis que en principio nos dejan compartir sus duchas para después de la carrera, lo cual es de agradecer. Podéis inscribiros en la carrera cuando queráis.


Buenos días.


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