Peligoso ascenso sin oxigeno
La prensa especializada se ha hecho eco de la exitosa expedición capitaneada por Santiago Luaces y el nuevo socio baobab Oscar Beloso que culminó con la primera hollada humana en la madrugada del día 4 de enero de 2009 en la cumbre de El Cuchillón, la cota más alta de Alto Campoo en la cordillera cantábrica santanderina.
Lo dicho hasta aquí carecería de especial interés para cualquier baobab, sino fuera porque su vertiginosa ascensión se realizó sin ayuda de oxígeno, sin porteadores y por la helada y temible cara norte, lo cual añade , si cabe, mayor dificultad a la hazaña.
Oscar y Santiago establecieron su campamento base en Braña Vieja y allí, buscando porteadores, se llevaron su primera desilusión. Todos los nativos a los que interrogaban les contestaban aterrorizados señalando la montaña: "forfai, forfai", palabras indudablemente equivalentes al tarzanesco "yuyu" africano, lo cual, a expensas de que nos lo confirme nuestro experto en lenguas africanas Javier Carral, se refería al hecho de tratarse una montaña sagrada y muy peligrosa para los indígenas del lugar.
Lo cierto es que con el único apoyo de un viejo remonte y sus poderosas piernas alcanzaron la cumbre en torno a las 9:30 a. m., hora zulú. Por economía vamos a escatimar los riesgos y peligros de la ascención, que lógicamente aburrirían a los compañeros baobabs, experimentados en mil batallas como esta.
Oscar, menos acostumbrado a este tipo de hazañas, sólo pudo exhalar en la nívea cumbre:"esto ha sido una locura". Mientras tanto Santiago, en silencio, dedicaba un nostálgico recuerdo a dos de sus viejos compañeros:
-"Locura... locura... Esto no es nada comparado con la gesta realizada por Javier Carral en el Kilimanjaro, al que ascendió por la cara dura con sólo 27 porteadores nativos y algo de horchata de chufa Chufi como único alimento isotónico; y qué decir del heróico descenso de Nacho López, "Espeleolópez", como se le conoce en este mundillo, al único volcán con agujero de las Azores, gesta no oficial, pues la coprotagonizó con un autobús del Inserso, pero no por ello menos arriesgada".
Después de coronar, las consabidas fotos; pero aún quedaba lo peor: La bajada en descenso con esquís profesionales. Casi cuaja la tragedia cuando Oscar Beloso, aun inexperto en jugarse el tipo, no puede esquivar una placa de hielo que lo derriba y lanza cuesta abajo a velocidad de vértigo durante unos cientos de yardas por la peligrosa rampa a la que se agarraba con uñas y dientes. Después de invertir tres empastes en la frenada pudo palparse para comprobar los daños personales, verificando la congelación de algunos miembros. A día de hoy no se sabe si le han de amputar alguno.
Esperemos que de ser así, los cirujanos sacrifiquen algún miembro congelado de poco uso, y no uno de sus dedos de las manos o de los pies.
Lo cierto es que Oscar tuvo un espectacular bautismo de fuego en Baobabs Royal Club, y Santiago, hombre discreto de piel curtida, tiene una nueva gesta, ya no se sabe el número, en su historial.
Poco más queda por comentar. Los documentos gráficos que se acompañan dan fe de la epopeya, aunque sus autores, excelentes baobabs, le quiten hierro al asunto.
Buenos días.
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