martes, 18 de enero de 2011

Los Baobabs abren la Muralla



Con un extraordinario ambiente festivo, el 19 de diciembre de 2010 fue recibida la selección de corredores Baobab por la ciudad que pasa por tener la muralla china mejor conservada de la capital lucense.


En esta ocasión las bajas eran notables, lo cual no fue óbice para que tomaran la salida los tres hombres quizás más en forma del panorama Baobab: Javier, Nacho y Santi.


Daniel, otrora hombre recio, duro y melenudo, declinó participar en la carrera acusado de un horroroso catarrito que sin lugar a dudas habría tumbado a cualquier perrito faldero. Sin embargo, ataviado con una gorra de tractorista siberiano, fue uno de los espectadores que más contribuyó a darle vistosidad a la carrera. Dani es un hombre de una madera especial. Pertenece a esa casta de valientes que cuando se constipa es capaz de aguantar hasta cuatro horas en el ambulatorio para conseguir un volante. Otra cosa no, pero sin volante no queda.


Como contrapunto señalemos que ninguno de los tres Baobabs que tomaron la salida estaban precisamente pletóricos: Nacho salía con una terrible indigestión de espaguetis, Javier padecía una aparatosa poliomelitis malamente disimulada por sus pantis "pata de gallina"; y Santiago Luaces se sobreponía a la dolorosa noticia de que iba a celebrar la nochebuena en casa de su suegra (nuevamente resulta ocioso recordar la total prohibición de distribuir esta crónica más allá de la familia Baobab).


Antes de los primeros estiramientos un rumor extendido en las vísperas entre la masa de corredores tomaba cuerpo: David Wornham iba a tomar la salida. El conocido atleta del Reino Unido se abrió paso entre la masa que le había reconocido para saludar a los Baobabs. Nacho y él se estrecharon las manos con cierta desconfianza y recelo, pero con nobleza. David es de la quinta de los Owett, Cram, Coe y otra serie de gacelas. Hay que recordar que el record personal de Nacho en los 400 m. estaba sólo a 2 minutos del de Coe, en otro tiempo su gran rival. Las ironías de la vida: la gloria a tan sólo dos minutos. Resulta curioso que a pesar de la rivalidad existente entre ambos atletas nunca coincidieran en la misma prueba.


Durante el aperitivo previo al comienzo de la carrera en el bar acostumbrado se notaba cierto nerviosismo.




Los Baobabs se miraban unos a otros trémulos de que asomaran sus peores miedos y temores: Ya habían corrido dos rondas y nadie hacía amago de pagar. Unos porque, como es habitual, no llevaban ni bellotas en los bolsillos; y otros porque se habían olvidado de dejar la cartera en el coche, lo cierto es que el ambiente podía cortarse con un cuchillo de untar sobrasada. Hasta que Joaquín, señor de los pies a la cabeza, rompió el fuego pagando la cuenta. Joaquín, gran psicólogo y conocedor de la tropa, sabía que hacerse cargo de la factura era la mejor manera de relajar a sus corredores, que ya podrían disfrutar tranquilamente del vinito.


Vayamos a la carrera.


¿Habíamos comentado la indigestión de espaguetis de Nacho? Pues no debió ser lo suficientemente fuerte la salsa boloñesa para evitar que el bueno de Nacho fuera esta vez EL PRIMERO.


Efectivamente, Nacho Ignoto López fue el PRIMER CORREDOR en abandonar la carrera, exactamente en el kilómetro 3,300. Su alegre zancada y charla dicharachera se evaporaron en la primera cuesta ante la mirada desaprobadora de Joaquín Pagafantas y Dani y su catarrito.

En un gesto de generosidad comparable a cuando cedió a los porteadores africanos su equipaje hasta la cumbre del Kilimanjaro, Javier asumió la responsabilidad de organizar la popa de la carrera, para lo cual tuvo que entregarse a fondo, llegando incluso a superar a una señora que venía de comprar unas cariocas en el Carrefour. Con su peculiar estilo (es de los pocos atletas que arrastra los pies al correr) se granjeó pronto la admiración y el cariño de los utilleros que recogían el tenderete cuando cruzó por donde hacía unas horas había estado la línea de meta.


Ignoto liderando los abandonos, Javier dando estopa por detrás, fue Luaces el responsable de pelear hasta el último metro por los metales. Y prácticamente tuvo uno en la mano hasta que le fue escamoteado en los últimos metros de la prueba. Los primeros cinco km. los corrió a la sombra de David, que se mostró como una excelente liebre.




El trabajo del albión le sirvió a Santiago para meterse con astucia en el corte bueno, al que no había sido invitado por los atletas profesionales de la carrera entre los que cundió el pánico al ver que entre el puñado de escapados había un Baobab. Sin embargo, un monumental error de estrategia le dejó con la miel en los labios: nunca debió comprarse aquellas zapatillas tan baratas del 41 en la feria de Paiosaco, cuando él calza realmente un 43.



Su proverbial tacañería le jugó una mala pasada: sus juanetes, hartos de aquella cárcel, dijeron basta en los metros postreros desplazándole a un muy meritorio puesto 953, muy cerquita, repito, pero fuera de las medallas.


David, fresco como una lechuga le secundaba seguro ya de que se llevaba uno de los trofeos gordos, a saber: "Premio al primer corredor británico nacido en 1961 residente en La Coruña" (les faltó poner con 2 dioptrías en el ojo derecho).



Un agradecimiento muy especial a Joaquín, responsable de facturación y transporte humano, sin el que estos éxitos no habrían sido posibles.




Su veteranía al volante no puede ser cuestionada por el hecho de que se le calara el coche, se pasara de la salida de la autovía, se perdiera por Lugo (sólo hay que seguir la muralla china), aparcara en la única calle no asfaltada y con orines de la ciudad y volviera a perderse nuevamente en Rábade (Increíble, tratándose de un pueblo de cincuenta casas). Muy al contrario su prestigio crecía a medida que se hacía cargo de las rondas de vinos posteriores a la carrera.


Una gran jornada Baobab celebrada con alegría y muchas promesas por todos los miembros, entre las que destacamos la de Ignoto de correr tres maratones este año. "Correr igual a salir", como dijo Heidegger.





Buenos días.


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